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sábado, 17 de noviembre de 2012

El emblema del Templo de Salomón y su culto. Saint-Martin



"Yahvéh quiere habitar en densa nube.
He querido erigir una morada,
un lugar donde habites para siempre".
2 Cro. 6:1

 [CN, XV]

"La construcción de este templo, hecha poco tiempo después de que el pueblo hebreo haya abandonado sus guías naturales, es una repetición perfecta de la suerte que corrió el hombre después de separarse de la fuente de su gloria, cuando fue reducido a no ver la armonía de las Virtudes divinas más que en una grosera y complicada subdivisión. 

Estas imágenes, por muy materiales que puedan ser, presentan todavía al hombre culpable los rasgos de su modelo: siempre el Autor de los Seres, celoso de su felicidad, les ofrece el cuadro de su potencia, de su gloria y de su sabiduría, para fijar su vista sobre la grandeza y la belleza de sus perfecciones, y para traer su inteligencia de vuelta a la luz, después de que esta luz haya fijado sus sentidos por sus propios emblemas.

Así, el edificio del templo reunía todo lo que había sido anunciado por los signos sensibles de las manifestaciones anteriores.

Tenía, en sus proporciones y en sus medidas verdaderas, y no literales, relaciones con el Arca que menciona la tradición hebraica, durante la plaga de la justicia divina sobre los prevaricadores por el elemento agua; y así, el templo fue, como el Arca, una nueva representación del Universo.

Ofrecía los mismos atributos que el Tabernáculo cuyo modelo fue dado al pueblo judío cuando se promulgó la Ley, porque había en este templo un lugar para los sacrificios, tal y como se operaban en el Tabernáculo. Había en ambos un lugar destinado a la oración, el cual era como el órgano de las luces y de las dádivas que la mano bienhechora del Eterno esparcía sobre este pueblo elegido y sobre sus jefes.

Pero todo en este templo era más numeroso, más abundante, más vasto, más extenso que en los templos precedentes, para enseñarnos que las Virtudes siempre iban creciendo, y que a medida que los tiempos avanzaban, el hombre ve multiplicarse en su favor los auxilios y las ayudas.

Es para instruirnos acerca de estas verdades que cada uno de los tres templos está marcado con un distintivo particular. El Arca del Diluvio estuvo errante y flotando sobre las aguas, para presentarnos la incertidumbre y las tinieblas de los primeros tiempos. El Tabernáculo estuvo alternativamente en movimiento y en reposo, y además era el mismo hombre el que lo transportaba y lo fijaba en lugares elegidos, para presentarnos los derechos acordados al hombre en su segunda época - derechos por los cuales puede aspirar a intervalos a la posesión de la luz. Finalmente, el tercer templo era estable y adherido a la tierra, para enseñarnos de manera sensible cuáles son los privilegios a los cuales el hombre puede algún día aspirar - privilegios que se extienden hasta fijar para siempre su morada en el recinto de la verdad.

Así, el templo de Jerusalén no solo representaba lo que había ocurrido en épocas anteriores, sino que era además uno de los signos sensibles más instructivos que el hombre pudo tener ante sus ojos para recobrar la inteligencia de su primer destino y la de las vías que la sabiduría había encontrado para devolverle a ella.

En los sacrificios y la efusión de la sangre de los animales hallaba la imagen del Sacrificio universal que los Seres puros no cesan de ofrecer al Soberano Autor de toda existencia, para el sostén de su gloria y de su justicia.

Añadamos de antemano que todo aquí abajo, siendo relativo al hombre, era por el hombre mismo que este sacrificio debía operarse, siendo los sacrificios de los animales solo de manera secundaria la facultad de manifestar la gloria del Gran Ser.

El hombre, solo en la Naturaleza tiene derecho a ofrecerle tributos que sean dignos de él [de Dios]; pero estando hoy en día en el extremo de la cadena de los Seres, se eleva sucesivamente por su medio: descubriendo las Virtudes de los Seres más inferiores, puede subir hasta las Virtudes que los dirigen y llegar por este avance hasta una fuerza viva que le ponga al alcance de poder cumplir con su Ley, es decir, de honorar dignamente su Principio, presentándole ofrendas sobre las cuales estarían grabados los caracteres de su grandeza.

Si el pueblo judío ha sido depositario de semejantes instrucciones, si poseyó un templo que parece ser el jeroglífico universal, si los que cumplían las funciones en él nos son anunciados como depositarios de las leyes del culto y operan incluso todos los hechos de los cuales he demostrado que la fuente estaba en el hombre, es probable que el pueblo judío sea efectivamente el pueblo elegido por la sabiduría suprema para servir de modelo a la posteridad del hombre.

Según esto, podríamos creer que este pueblo fue puesto, preferentemente a todos los demás pueblos, en posesión de los medios de regeneración de los cuales hemos hablado, así como del culto traído necesariamente sobre la Tierra por Agentes que han sido hechos depositarios de las Virtudes subdivididas del Gran Principio, para devolver al hombre el conocimiento de este Principio.

Lo creemos aún más cuando reconocemos en el culto de este pueblo relaciones con la verdadera naturaleza del hombre y sus verdaderas funciones, como las que ya hemos observado entre el templo de Jerusalén y la armonía del Universo.

Veremos que estas frecuentes abluciones, estos esmerados preparativos, estos holocaustos de toda clase - bien de animales, bien de producciones de la tierra -, este fuego sagrado alumbrando siempre los sacrificios y las ofrendas, eran símbolos muy instructivos de todas las funciones de los Seres hacia el Primero de los Principios, y de la superioridad de este Principio sobre todos los Seres. Solamente el orden de los tiempos fijados para los diferentes sacrificios, la disposición de todos los instrumentos que se empleaban, la calidad de las sustancias que entraban, el número y la colocación de las lámparas, finalmente, todas las partes de este culto serían sin duda tantos índices de algunas de estas Virtudes superiores que la sabiduría había subdividido para el hombre desde su corrupción.

Sin embargo, estos objetos que han sido, por así decir, comunes a todos los cultos, al ser exteriores y extraños al hombre, no le devolvían el sentimiento de su verdadero carácter. Era por tanto necesario que esos grandes signos fueran expresados por él, que fueran representados, puestos en acción por Seres de su propia especie, para que consiguiese el testimonio personal e íntimo de que era para una obra así que había sido formado.

Si, en su origen, podía tener a la vez tres grandes objetos de contemplación: la fuente de todas las Potencias, las Virtudes que descienden de ella para el cumplimiento de sus Leyes, y los Seres que no cesan jamás de rendirle homenaje,  era necesario que siguiese teniendo, en su estado de degradación, indicios y rastros de este sublime espectáculo; era necesario que todos aquellos grandes objetos fuesen presentados a su mirada y que fueran los hombres los que los representasen.

Así, en el ejercicio y el conjunto del culto de los hebreos podemos observar estas tres clases con la mayor exactitud.

El pueblo, ordenado alrededor del templo o en el porche, recordaba al hombre la multitud de producciones puras del Infinito, que se mantienen fielmente ligadas a este principio, tanto por amor a su gloria como por interés para su propia felicidad.

Los Levitas, afanados alrededor del Altar representaban, por su acción, las funciones de los Agentes privilegiados y elegidos para hacer llegar las aptitudes y las Virtudes del Gran Principio hasta la más insignificante de sus producciones.

Finalmente, el gran sacerdote que entraba solo, una vez al año, en el Santo Sanctorum para llevar los deseos de todo el pueblo y hacer manar hacia él los auxilios de la vida, se convertía para el hombre en una imagen expresiva del Dios invisible, del cual un solo acto de potencia basta para animar a la vez todo el círculo de los Seres, mientras que de todos los Seres que reciben perpetuamente de él los gérmenes mismos de su existencia, ninguno ha penetrado jamás en el Santuario inaccesible de su esencia.

Y es así que el hombre pudo recobrar la idea de su primera estancia, porque tuvo delante de los ojos un cuadro reducido pero regular de ella, porque finalmente vio representado en su propia especie al Dios de los Seres, sus ministros y sus adoradores.

Vio incluso en ello los signos sensibles, tanto de sus antiguos gozos como de los frutos que servían de recompensa a sus oraciones, porque las tradiciones hebraicas dan a entender cómo estos sacrificios eran coronados, enseñándonos que el templo se llenaba de la gloria del Eterno o de esos indicios de pensamientos puros, que ya vimos rodeaban al hombre.[…]

Finalmente […] todos los Seres corporales son cada uno un símbolo de una facultad invisible que le es análoga. Entonces, podríamos hacernos a la idea de la fuerza del toro, la dulzura y la inocencia del cordero, la putrefacción y la iniquidad del macho cabrío, y así de todas las especies de animales e incluso de todas las sustancias que eran ofrecidas como especie en los sacrificios.

Quizás con este cuidado hubiésemos conseguido rasgar el velo. Porque es posible que la especie de animal sacrificado fuera el signo físico de la facultad que le corresponde, y que la cantidad o el número de víctimas fuera la expresión alegórica de la misma facultad que el sacrificador buscaba combatir si era mala; o que por el contrario se esforzaba en obtener del soberano Ser si era pura; o finalmente, a la cual rendía homenaje cuando la había obtenido".

martes, 30 de octubre de 2012

El Sacerdocio del Hombre Nuevo. Saint-Martin

“Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne, y un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura”
Heb 10:19-22
El cristianismo solo se compone de la raza santa, de la verdadera raza sacerdotal. (…) el cristianismo es el complemento del sacerdocio de Melquisedec; es el alma del Evangelio; es el que hace circular en este Evangelio todas las aguas vivas de las que las naciones tienen necesidad para satisfacer su sed. (…) el cristianismo nos muestra a Dios al descubierto en el seno de nuestro ser, sin el auxilio de las formas y de las fórmulas. (…) el cristianismo solo puede estar compuesto de la raíz santa y sacerdotal que es el hombre primigenio, o de la verdadera raíz sacerdotal”. MHE, De la Palabra

La Regeneración del Hombre Nuevo

"Es que, si [el Hombre] llega a regenerarse en su pensamiento, lo hace pronto también en su palabra, que es como la carne y la sangre del pensamiento y, cuando se ha regenerado en esta palabra, lo hace pronto también en la obra, que es la carne y la sangre de la palabra. [...] todo en él se transforma en substancias espirituales y angélicas, para llevarlo sobre sus alas hacia todos los lugares a los que su deber le llama..." [HN 4]
"Y he aquí esta brillante luz que el hombre puede hacer estallar dentro de sí mismo, porque es la palabra de todos los enigmas, la llave de todas las religiones, y la explicación de todos los misterios. Pero, ¡oh hombre!, cuando llegues a este feliz término, si eres sabio, guardarás tu ciencia en tu corazón". [CN, XX]

La Ordenación Santa

"Preséntate con la misma seguridad a la región del espíritu y la virtud que va unida al arca santa te pondrá en contacto con los ministros del Señor que te dirigirán en tus combates contra tus adversarios, te darán conocimiento de la tierra prometida, te instruirán en las leyes sagradas que tú deberás poner en práctica, si quieres conservar su posesión, y que, tanto de día como de noche, marcharán en tu presencia, para que no te apartes de los caminos del Señor.
Esta virtud que lleva consigo el arca santa te hará entrar en las asociaciones de los patriarcas y de los profetas, para que eleves tu pensamiento hasta las regiones divinas, superiores a esas regiones imaginarias que te ves obligado a recorrer con tanto sacrificio. Te demostrarán con su ejemplo que la vida divina tiene como objeto animar tu alma y que es la morada más entrañable que puede tener. Lo verás por tus afectos particulares y también por la dulce paz y la seguridad celeste que verás que reina en toda su persona y comprenderás entonces que esta vida divina es nuestro verdadero elemento natural y que sólo en ella recibimos sin desorden, agitación ni trabajo, el maná verdadero que crea en nosotros la vida en toda su plenitud, al no tener que sufrir ninguna separación.

Preséntate, con la misma seguridad, a la región divina, y la virtud que va unida al arca santa hará que se te abran las puertas eternas y que desciendan sobre ti chorros de esas influencias vivificantes de las que se llenan para siempre las moradas de la luz. Este arca santa será el primer receptáculo y hará que disfrutes de las promesas destinadas a los que hayan hecho un uso decidido de la medicina de amargura, del que depende nuestra renovación universal. Se convertirá en el órgano de los oráculos sagrados y bastará con que te pongas en su presencia para que los oigas, pues la voz de nuestro Dios es una voz viva, que no se interrumpe a partir del momento en que haya comenzado, y los sonidos de esta voz sólo pretenden llenar toda la universalidad con su dulzura encantadora y tan sin igual que no podemos concebirla mientras no haya adquirido por completo todo nuestro ser una sustancia nueva y no se haya transformado en todas sus partes en una especie de eco Divino.

Esta misma arca santa encargará al gran sacerdote de la orden de Melquisedec que te ponga él mismo los hábitos sacerdotales, después de bendecirlos, y te dé por su propia mano los órdenes santificantes, por medio de los cuales podrás, en su nombre, derramar consuelos en las almas, haciendo que, por tu proximidad, por tu verbo purificador y por la santidad de tus luces, se den cuenta de que pasamos en la esclavitud, las tinieblas y la muerte todos los momentos en que no estamos directamente en la atmósfera de Dios". [HN 16]

"Entonces es cuando el hombre se da cuenta de que es, en espíritu y en verdad, el sacerdote del Señor. Entonces es cuando ha recibido el orden vivificante y puede transmitir este orden a todos los que se consagren al servicio de Dios, es decir, atar y desatar, purificar, absolver, sumir al enemigo en las tinieblas y hacer que reviva la luz en las almas, pues la palabra orden viene del término ordinare (ordenar), que quiere decir volver a poner cada cosa en su sitio y en su lugar, y ésa es la propiedad del verbo eterno que produce todo continuamente según el peso, el número y la medida. Y es tal, finalmente, el interés de la palabra por esta obra sublime, que se transformaría en hombre ella misma para venir a ordenarnos y consagrarnos, si no hubiese hombres que pudiesen imponernos las manos, pues ella sabe que es preciso que aquí abajo los órganos de la verdad estén encarnados en forma humana para poder sernos útiles". […]
"Este es el estado de los que, tras haber vencido al dragón, son elevados después de su muerte a la región del descanso y la felicidad; ése es también el estado de los que han roto aquí abajo las cadenas de su esclavitud y han abierto todas sus facultades a quien no pide nada mejor que penetrar en ellas y llenarlas; éste es, finalmente, el estado de aquellos sobre los que ha impuesto sus manos el espíritu, porque por esta imposición de manos reúne en ellos, formando una unidad, todas las subdivisiones espirituales que ellos habían dejado desperdigarse. También por este medio y en virtud de la unidad indivisible de la que este espíritu es depositario, los pone en situación de imponer a su vez las manos sobre sus semejantes y de efectuar en ellos las mismas agrupaciones que han tenido lugar en ellos mismos cuando les impuso las manos el espíritu. Y ésa es la finalidad del sacerdocio, esos son los poderes, esos son los frutos de los que se han hecho merecedores y que están incluidos en la decisión divina". [HN 4]
"Presentarle [al hombre] el Universo como un gran templo, cuyos astros son sus antorchas, la Tierra el altar, todos los Seres corporales el holocausto y el hombre el sacrificador, era, efectivamente, representarle su destino bajo vivos colores. De este modo podía recobrar profundas ideas sobre la grandeza de su primer estado, donde estaba llamado nada menos que a ser el SACERDOTE DEL ETERNO en el Universo". [CN, XVII]


viernes, 19 de octubre de 2012

El Culto en el Templo del Hombre. Saint-Martin


“Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, 
a que ofrezcáis vuestros cuerpos 
como una víctima viva, santa, agradable a Dios: 
tal será vuestro culto espiritual”.
Ro 12:1
“Aprende [que tu] Ser intelectual [es] el verdadero templo; que las luminarias que le deben iluminar son las luces del pensamiento que le rodean y le siguen en todas partes; que el sacrificador es la confianza en la existencia necesaria del Principio del orden de la vida; es esta persuasión ardiente y fecunda ante la que la muerte y las tinieblas desaparecen; que los perfumes y las ofrendas es [tu] oración, es [tu] deseo y [tu] altar para el reino de la exclusiva unidad”. [CN - XVII]

Sí, el culto interior es sensible, ciertamente más que el culto exterior, pero lo es de otra manera. El culto material es para los sentidos de la forma, el culto espiritual es para los sentidos del alma; el culto divino e interior es para la vida íntima de nuestro ser”. [HD 123]

“…tendrá la sabia precaución de no atreverse jamás a acercarse por sí mismo a las ceremonias santas, sin que sienta que el templo está preparado, que todas las lámparas están encendidas, que el fuego del espíritu ha traspasado sus paredes, sus cimientos, sus columnas, y ha decorado todas las partes de este templo de una manera digna del sacrificador que debe dirigirse a él y de los santos misterios que en él se deben llevar a cabo”. [HN 43]
"Empezad por poner un velo entre vosotros y los objetos informes que os han deformado la vista y la inteligencia. Este primer paso os llevará a los sacrificios; los sacrificios os llevarán a la purificación; la purificación os llevará a la unión con el principio activo de vuestro ser y este principio activo os desvelará en todo momento las voluntades de vuestro Dios, pues vuestro Dios está siempre lleno de sus planes y sus proyectos para los hombres y, cuando se une realmente a nosotros, debe ser de una manera viva y eficaz, que desarrolle activamente todas nuestras relaciones y todas nuestras leyes". [HN 48]
“Hombre nuevo, «Cuando hayas entrado en al tierra prometida, acuérdate de no hacer sacrificios a tu Dios nada más que en el lugar que él haya elegido para que le rindas el culto que se le debe. No sólo no imitarás a esas naciones impías que han erigido altares en todos los lugares elevados, bajo árboles frondosos, y ofrecen en ellos sacrificios al sol y a la luna y a toda la milicia del cielo, sino que derribarás todos esos lugares elevados, todos esos altares y todos esos ídolos que han sido venerados. No dejarás que quede ni el mínimo vestigio de ese culto impío, tal como te lo ha ordenado el Señor tu Dios, e irás al lugar que te haya indicado el Señor para inmolar tus víctimas».
Este lugar ya lo has conocido, ya lo has visto, desde que recibiste el nacimiento, porque este lugar es ese mismo hijo querido, concebido del espíritu, a semejanza del que es hijo único del Señor por la virtud de su generación eterna.
Evitarás, por tanto, con sumo cuidado, ir a hacer sacrificios al Señor en otros lugares de tu ser que no sean este Santo de los Santos, que es el único asilo sagrado que él ha podido reservar en los escombros del templo del hombre.
Evitarás con sumo cuidado ir a preparar un altar a tus pensamientos ni a los aspectos tan variables de las especulaciones de tu espíritu.
Evitarás con sumo cuidado ir a preparar un altar a las débiles conjeturas y a los tenebrosos conceptos de tu inteligencia.
Evitarás con sumo cuidado ir a preparar un altar a todos los movimientos falsos del corazón del hombre, que no pretenden más que establecer en él un culto sacrílego, ya que él mismo se somete al ídolo del templo y acapara la verdadera divinidad.
Evitarás con sumo cuidado preparar un altar a toda la región de los astros «si no quieres que en el futuro tus huesos queden expuestos en el suelo a todas las estrellas del firmamento, como quedaron los huesos del rey Jeroboan». [HN 27]

“Prepara solo para ti una entrada; hombre afligido, hombre de deseo, entra solo como el gran sacerdote y deja fuera todos los falsos deseos, toda ambición mentirosa, todos los vestidos manchados.
Entra sólo, es decir, con un único pensamiento; y que este pensamiento sea el de tu Dios. Que, así separado del resto del universo entero, estéis sólo Dios y tú por el testimonio de tu oración y de tus súplicas.
Acércate al oráculo respetuosamente, espera en silencio, y suspendiendo todas las facultades interiores.
No tardarás en oír su respuesta, aunque no oigas proferir palabras.
Saldrás irradiando gloria de esa sagrada morada. Estarás obligado a velar tu rostro al presentarte al pueblo, para que no quede ofuscado.
Les dirás los decretos de tu Dios, y serás preservado de las emboscadas y de los falsos decretos de los príncipes de la mentira.
Que tus pensamientos se dirijan perpetuamente hacia ese oráculo; es el único que el Señor desea que escuches y te impele a huir de todos los otros”. [HD 20]

El culto puro habrá conducido a los hombres justos a las alegrías celestes y al reposo de su alma. El culto impuro habrá conducido a los impíos a la rabia, al furor y al desespero”. [HD 136]

miércoles, 10 de octubre de 2012

Del Culto verdadero. Saint-Martin

"Adorarás al Señor tu Dios
y sólo a Él darás culto"
[Lc 4:8; Mt 4:10]

"En su verdadera definición, un culto no es sino la ley por la cual un Ser, al buscar apropiarse de las cosas que necesita, se acerca a Seres hacia los cuales su analogía le llama en cada instante y huye de los que le son contrarios. Así, la fe de un culto está fundada en una verdad primera y evidente, es decir, en la ley que resulta esencialmente del estado de los Seres y de sus respectivas relaciones". [CN, IX]

“La primera Religión del hombre permanece invariable, él está, a pesar de su caída, sujeto a los mismos deberes; pero como ha cambiado de ambiente [tras su caída], ha sido necesario también que cambie de Ley para dirigirse en el ejercicio de su Religión. Ahora bien, este cambio no es otra cosa que el estar sometido a la necesidad de emplear medios sensibles para un culto que no debía conocerlos nunca. Sin embargo, como estos medios se le presentan de forma natural, los encuentra fácilmente, pero necesita mucho más, ciertamente, para hacerlos valer y servirse de ellos con éxito". [EV]

"Pero, al hacer derivar el culto del hombre de sus necesidades y de la necesidad de combatir el obstáculo que le sirve de barrera, parecería que admitiese una multiplicidad innombrable de diferentes cultos, ya que, en general, estando el hombre expuesto a necesidades tan diferentes, tan variadas, tanto por su Ser intelectual como por su Ser corporal, querer prescribir una ley uniforme para esas diferentes especies de necesidades sería ir contra el orden y contra la razón. Algunas palabras bastarán para hacer desaparecer esta dificultad.
Si la unidad del culto es una verdad innegable y fundada en la unidad misma de aquél que debe ser el objeto del mismo, esta unidad no excluye la multiplicidad de medios a los cuales la variedad infinita de nuestras necesidades nos obligan a recurrir. Entonces, este culto podría recibir innumerables extensiones en los detalles y no dejar por ello de ser perfectamente simple y siempre uno en su objeto, que es acercar lo que le falta a nuestro Ser y lo que le es necesario para su existencia. [...]
Pero, aunque en estos diferentes estados veamos diversificarse el culto del hombre, o más bien ampliarse y elevarse a medida que vaya descubriendo mejor la extensión y la naturaleza de sus verdaderas necesidades, este culto, mientras sea conforme al orden natural, es siempre uno, ya que tiende continuamente al mismo objetivo, que es colmar las necesidades del hombre según los diversos estados por los que pasa y hacerlo por lo medios más verdaderos y más naturales de los que sea capaz.  
  
Porque las vías de la sabiduría son tan fecundas que se transforman en cada instante para adaptarse a todas nuestras situaciones. Y si, por la plenitud de sus facultades, abraza a todos los Seres, todos los tiempos, todos los espacios, en cualquier posición que nos encontremos, nunca puede dejar agotar la fuente de sus dones, y por múltiples que estos sean, tienen todos la misma unidad por principio y por fin.
Según esto, sea cual sea la superioridad que presente un culto, sería imprudente proscribir aquéllos que, al no haberla alcanzado todavía, ejerzan cultos menos perfectos, porque no sólo las leyes de la rehabilitación de los hombres, combinándose con las leyes de la cosas sensibles, están sometidas a los tiempos y a un orden sucesivo, sino porque además ignoramos si no se encuentran luces ocultas y secretas Virtudes bajo apariencias poco imponentes. [...]

A pesar de la superioridad de un culto sobre los demás cultos, quizás la Tierra entera participe de los derechos que distinguen al culto perfecto; quizás entre todos los pueblos y en todas las instituciones religiosas haya hombres que encuentran acceso a la sabiduría y, lejos de querer disminuir el número de los verdaderos templos del Eterno, debemos creer que, tras los dones universales que expandió sobre nuestra morada, no hay ningún hombre en la Tierra que no pueda, si lo quisiera, servir de templo a este Gran Ser. Porque, a cualquier  lugar donde vaya el hombre, por muy aislado que esté, están siempre tres juntos [cuerpo, alma y espíritu], y este número es suficiente para constituir un templo.
Dejemos pues de juzgar las vías de la sabiduría y circunscribir límites a sus Virtudes. Creamos que los hombres le son igualmente queridos; que si ella colmó a algunos con sus favores más preciosos y más graciosos, es una razón más para que ellos imiten su ejemplo, empleando para con sus semejantes la misma indulgencia; por último, esta indulgencia, que no es otra cosa que el amor divino, es dulce, benéfica, y no proscribe, aunque dejara a los Seres en privación. [...]
... ya que el culto verdadero y los Agentes encargados de expandirlo solo han tenido por objetivo restablecer la armonía entre nuestros tres Seres, mostrar al hombre el empleo de todas las sustancias de la Naturaleza y sus propiedades, representarle visiblemente aquéllas que están en él y que, combinadas con todas las demás Virtudes naturales, deberían ser la imagen y la expresión completa del Gran Ser del que todo procede. [...]

No hay que ocultar aquí que este culto y estos medios sensibles, transmitidos al hombre por Agentes puros, piden por su parte una atención muy vigilante, una firmeza invencible y un discernimiento muy sutil para no confundir las acciones verdaderas que deben animar el culto con las acciones falsas que tienden continuamente a desfigurarlo, y que están siempre dispuestas para extraviar al hombre, ya sea visible o invisiblemente".[CN, IX]